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Mostrando entradas de julio, 2017

¿Parados o secuestrados?

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En estos tiempos de vídeos en vivo en las redes las ventanas son miles. La verdad poco puede ser editada, solo la carga de la batería de un celular o la carencias de “megas” puede detener estas epidemia de  “grabando en vivo”, y  a medias, porque al lado, o arriba alguien está en “live” o “rec”. El 20 de julio la desesperada oposición venezolana, oxigenada por un el gobierno estadounidense, llamó a un “Paro cívico”. Querían sacarse el despecho de ver a millones de Bolivarianos haciendo cola para un simulacro constituyente hasta altas horas de la noche, mientras que ellos apenas motivaron a su gente a firmar de forma anarquica en un acto de político que trascendió solo en los países con gobiernos intervencionistas. Por definición estas acciones -paros o huelgas- son hechas por las centrales de trabajadores, aunque en Venezuela desde 2001 las cúpulas de trabajadores y de empresarios de derecha bailan al mismo son. Esta vez ni un trabajador ni un empresario convocó. Lo hizo

Hacia al gobierno popular

El mejor gobierno ha de ser aquel en el cual los hombres y mujeres en comunidad puedan decidir colectivamente cada una de sus grandes acciones públicas. Escribió Juan Germán Roscio Nieves “Los hombres mancomunados en sociedad podrían vivir sin ninguna forma de gobierno: si estuvieran siempre subordinados al imperio de la razón: si todos fuesen observantes de esta ley natural, sería superfluo establecer magistrados que celasen su observancia y castigasen su infracción”. Mucho se habla en Venezuela del Poder Comunal, de las comunas. Los africanos y su descendencia hablaríamos de “Cumbe”. Esa es otra discusión. Está presente en la actual Revolución Bolivariana que todo poder deviene del pueblo y que es el mismo pueblo quien debe ejercerlo. No obstante en la práctica las estructuras de los poderes públicos crean barreras infranqueables para el ejercicio del poder, de acuerdo a Roscio. La condición es “si todos acataran la ley natural”. Siendo así no es necesario un apar

Reflexión de un cristiano – católico para la Conferencia Episcopal Venezolana. A propósito de la Asamblea Nacional Constituyente y la opción por los empobrecidos

Señores Obispos Diego Rafael Padrón, José Luis Azuaje,  Mario Moronta, Víctor Basabe, Jorge Urosa S, Baltazar Porras. Reciban nuestros mayores respetos al nivel del que Ustedes dispensan a pueblo católico de Venezuela. He leído la carta del 8 de julio de 2017 que dirigen al Presidente de la República Bolivariana de Venezuela Nicolás Maduro Moros. Me anima como a ustedes, el ofrecer luces, en este caso a vosotros, a propósito de la preocupación común por los familiares de las víctimas, los más pobres y afligidos. Soy un lector de los diversos documentos sociales de la Iglesia.  Me impactan particularmente los producidos por las Conferencias Latinoamericanas de Obispos en Medellín, Puebla, y Santo Domingo. El de Puebla 1979  es esclarecedor. Tanto que el Papá Juan Pablo II dijo “ Dios quiera que en breve tiempo todas las comunidades eclesiales estén informadas y penetradas del espíritu de Puebla y de las directrices de esta histórica Conferencia”. El llamado a la verdad

348: Tomar la iniciativa es convocar a la Asamblea Constituyente

He leído y escuchado a radicales políticos, a gente de centro, académicos y lamentablemente a gente profesional del derecho desargumentando (si se me permite la palabra en retroceso) porque, para ello, la convocatoria a una Asamblea Constitucional Constituyente es ilegal; que debe hacerse un referendo consultivo; que es el pueblo. Los hay quienes (hombres y mujeres) han cometido hasta lo que se llama en derecho “la torpeza” (por favor no se ofendan, es un término jurídico), de introducir recursos de interpretación ante el TSJ. Verdadera minorías, desprendidas del chavismo, entre los que se cuentan en ex autoridades que conocen bien los debates constituyentes de 1999, y otra gente que concibe que la política se hace cayendo a plomo a su anterior aliado, se suman a tal desaguisado. Por otra parte, están los que obrando en buena dirección le intentan explicar a los antes citados que si es constitucional, que el artículo 348 establece que es el Presidente, la mayoría califica

Rambos y Terminators

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Confieso que vi las películas de Rambo, y también las de Terminator.  Me encontré con el buen cine al final de mis estudios de secundaria. Al llegar a la Universidad descubrí la Sala Margot Benacerraf que estaba ubicada en lo que es hoy la Universidad de las Artes y la Sala Previsora en Sabana Grande. Me hice fanático del buen cine. Analizaba guiones, efectos, música, actuaciones y de pronto algo que poco acostumbran los veedores: el mensaje subliminal. Promovimos en la UCV los antes famosos “cine clubes” y fomentamos hasta el cansancio los “cine foros”, cuestión que nos trajimos a la Cátedra Libre África. Si hay algo enriquecedor para el conocimiento es analizar el cine en grupo. Vuelvo a Rambo y Terminator. Más lo primero que lo segundo, porque Terminator es una de esas visiones fatalistas de los directores gringos que sueñan con el apocalipsis a mano de extraterrestres o maquinas creadas por los propios humanos. La solución es que vengan del espacio o del fut